En este tipo de post expondré reflexiones, actuales o pasadas (que han sido evocadas recientemente por algún motivo), sobre cambios y nuevas aportaciones que incluiría en un sistema educativo mejorado. Me encantaría que los lectores y las lectoras os animaseis a dar vuestra opinión al respecto, con criticas constructivas u otro tipo de contribuciones, para así poder crecer juntos 🙂
El de hoy va sobre un par de contenidos o competencias que me parecen básicas y fundamentales, y que actualmente (pese a ir abriéndose camino en los últimos años) aún no se fomentan como deberían. Se trata de la educación emocional y de la sensibilización con la diversidad (de cualquier tipo). Se deberían trabajar de forma transversal en todas las materias, y no solo mediante determinados programas temporales, si tienes la suerte de que tu centro sea seleccionado. Desde la etapa infantil hasta 4º curso de secundaria.
– Educación emocional –
Aprender a gestionar emociones, aceptando su función adaptativa y comprendiendo el porqué de su aparición en cada momento, explorar lo que se experimenta internamente y conocerse mejor uno mismo… va a repercutir en un gran enriquecimiento personal de cada alumno y de cada docente, y además se estará enseñando cómo ayudar al prójimo, por lo que también dará lugar a un beneficio colectivo (por ejemplo, mejorando el clima en el aula y en el centro, evitando casos de bulling o de conflictos con el profesorado, detectando problemas en el ámbito familiar…).
Es básico, es fundamental, que se trate desde los centros educativos porque es un aspecto mucho más relevante que el lógico o racional (es más, lo condiciona) y sin emociones no hay aprendizaje, se dificulta el recuerdo y por supuesto la conducta de predisposición al mismo. Si reconocemos la importancia que tiene el trabajar esta competencia (mucho más útil que cualquier contenido teórico) y decidimos apostar por el desarrollo de la misma, les estaremos dando a nuestros alumnos unas herramientas existenciales que les acompañarán el resto de su vida.
– Sensibilización con la diversidad –
Y en cuanto a la sensibilización con la diversidad, en muchos casos en problema radica en el miedo por el desconocimiento, y el miedo y la incertidumbre pueden causar rechazo porque nos generan un conflicto interno que en ocasiones no sabemos cómo resolver. Y esto es así porque se nos educa con temor al desconocimiento y a la posibilidad de fracaso, a la incertidumbre y a la posibilidad de rechazo, en vez de alientar nuestra curiosidad en todas las esferas de la vida, y sobre todo en la relacionada con las personas.
Tengo un hermano con diversidad funcional. El otro día saliendo de comer de un restaurante me fijé en que una madre le decía en tono enfadado a su hijo pequeño (tendría aproximadamente 3-4 años) que dejase de mirar a mi hermano. ¿Os suena esta situación..? A continuación mi reflexión: un niño es pura curiosidad por todo, y evidentemente por lo distinto, por aquello que sobresale llamando su atención. Si su madre le dice que no puede mirar, atender, relacionarse con determinados tipos de personas porque son distintas, y ni siquiera le explica porqué (si es que hay algún tipo de explicación), el niño va a obligarse a obedecer considerando esta actuación como lo correcto y normal sin entender la razón. Y esto repercutirá en todas y cada unas de la posibles interacciones que se puedan dar a lo largo de su vida. Si además, se le dice con tono serio y enfadado, provocará inconscientemente una asociación con valencia negativa y un rechazo que interiorizará. Y entiendo a la madre, porque seguramente ella en su momento, fruto de determinados patrones culturales, interiorizó como normas morales válidas lo que no eran más que mapas mentales. Es decir, ella cree que hace lo correcto. Pero me gustaría dar otra versión de está típica situación y aclarar (fruto de mi experiencia vital): que no pasa nada por observar con curiosidad, ni por acercarse a preguntar, que lo normal es que la persona con diversidad funcional sea consciente de su diversidad y esté acostumbrada a destacar, y ni mucho menos se ofenda (es más, agradezca el interés y se muestre abierta a solventar tus dudas). No dejéis de intentarlo, ¡os sentiréis mejor! Y en el caso de que esta persona llegase a sentirse ofendida, se trataría de un conflicto interno suyo que tendrá pendiente solucionar, no será en ningún caso culpa de la persona que pregunta (por supuesto, obvio el transmitir las cosas sin malas intenciones).
Otro ejemplo podría ser el tema del género, y con esto no me refiero a los talleres de sexualidad sesgados que ya son tradición en los institutos. ¿Y por qué digo «sesgados»? Porque estos talleres se basan principalmente en hablar sobre diferencias genéticas y biológicas de lo masculino y lo femenino (estableciendo dicotomías que no siempre se corresponden con la realidad, y no entrando nunca en la diversidad del espectro); y en cuanto a la sexualidad, más de lo mismo. La sexualidad no se reduce a la genitalidad, ni enseñar los distintos métodos anticonceptivos debería ser el objetivo de este tipo de talleres. Pero este tema da para desarrollar un post entero, y en este punto me quería referir más a la identidad de género. Y como comentaba, algo tan simple como preguntar determinadas dudas que nos surgen nos da reparo, y sí, claro que estamos en la era del acceso universal a la información, y que tenemos muchísimos recursos y medios a nuestra disposición para solucionar cualquier tipo de confusión, pero en muchos casos por esta misma razón se da una influencia o repercusión negativa y contraproducente. Y si estamos hablando de cosas totalmente naturales, ¿qué problema puede haber? Tenemos que ser conscientes de lo que la sociedad nos transmite, y también críticos. Lo distinto a lo normativo o a lo que se percibe como normal es en muchos caso incuestionablemente rechazado (paradójicamente, lo aplicamos a unos aspectos y a otros no…). Tengamos mucho cuidado con los prejuicios invisibles pero tremendamente dañinos, y prestemos especial atención en educar en libertad de opiniones, incentivando siempre la curiosidad. Desde la labor educativa debemos proteger a los más vulnerables, así como colocar las piedras del camino que van a recorrer, acompañándolos hasta una prometedora vida adulta.
Bueno, y vosotros/as, ¿qué opináis…?
Próximamente: metodologías educativas efectivas.
¡Nos leemos!
Carla Serrano
Has conseguido que cada post me interese más. Enhorabuena!! Sigue así.